La calidad lingüística de las ofertas de trabajo (3) – Discriminación de género
Hace unos años escribí un par de artículos en los que, básicamente, me lamentaba de la falta de calidad lingüística de las ofertas de trabajo.
Me preguntaba (retóricamente) si esos anuncios no tendrían que estar tan bien escritos (y traducidos) como se exige que lo estén los currículos y las cartas de presentación o, dicho de otra manera, las peticiones de trabajo.
Me quejaba especialmente de la incoherencia que veía en todas esas descripciones que, a pesar de exigir un buen nivel de inglés a los candidatos, estaban plagadas de faltas ortotitpográficas, lexicales y gramaticales.
Ahora bien, el tema en el cual me quiero centrar en este nuevo episodio de esta triste serie sobre la (falta de) calidad lingüística de las ofertas de trabajo, es todavía más grave: se trata de los anuncios que, con o sin querer, discriminan por género.
Aunque espero de todo corazón que este fenómeno sea totalmente involuntario, la preocupante difusión del mismo me hace pensar que algunas organizaciones no son del todo conscientes de la gravedad del problema, ni de la repercusión que eso puede llegar a tener en su imagen corporativa…
Un lunes cualquiera.
Una oferta para Scrum Master publicada en LinkedIn me llama la atención.
Después de echarle un vistazo, me doy cuenta de que incluye una frase que podría hacer pensar a los posibles interesados que no se espera que sea una mujer quien cubra esta vacante.
Acto seguido, le envío una invitación a conectar en LinkedIn a una persona de RRHH de la empresa correspondiente, explicándole el problema y cómo corregirlo.
A pesar de que esta persona —una mujer, por cierto— acaba aceptando bastante rápidamente mi invitación a conectar, no recibo ninguna respuesta por su parte: ni siquiera un simple “gracias”.
Pues, vale. Me olvido temporalmente del tema.
Unos días después, alguien —un hombre, por cierto— publica un post en LinkedIn para compartir dos ofertas de trabajo, una de las cuales para un rol de Scrum Master.
A pesar de que al principio no reparo en el hecho de que se trata del mismo anuncio que había llamado mi atención unos días antes, una mujer en mi red de contactos señala, con ironía y educación, el mismo desliz.
Si al principio, quien ha publicado el post parece no acabar de entender bien cuál es el problema, después de unas explicaciones aclaratorias por mi parte, decide (de manera nada salomónica) quitarle importancia al asunto.
Es entonces cuando decido intervenir, con la contundencia que a veces me caracteriza, para dejarle claro —a través de un intercambio rápido de comentarios y una posterior reflexión dominguera— que, según mi opinión, él, en calidad de no afectado por el problema, no tiene ningún derecho de quitarle importancia.
Ahora bien, según mi punto de vista, si la persona que publicó el post metió la pata, la empresa interesada en cubrir la vacante lo hizo aún más.
De hecho, si, ya de entrada, la imagen que me transmiten con una oferta de trabajo (espero involuntariamente) discriminatoria, no es buena, diría que lo de no contestar siquiera a mi mensaje (ni intervenir en la conversación en LinkedIn para hacer aclaraciones), me da todo el derecho, en calidad de afectada por el problema, de considerarles culpables, como mínimo, de no darle la importancia que se merece al tema de la discriminación de género en el mundo laboral.
Y ya lo sé: este juicio ha sido sumarísimo, pero también hay quien dice que los responsables de selección de personal no suelen tardar más de seis segundos para decidir si siguen leyendo un currículum o no.
Diría que yo ya le he dedicado bastante más tiempo y energías a este asunto…
Nota aclaratoria.
Lo más absurdo y divertido de toda esta historia es que, al final, alguien decidió modificar el anuncio, pero, en lugar de seguir mis sugerencias (que indicaban claramente la necesidad de substituir himself con themselves), prefirió inventarse un themself e introducir así un error de gramática en el texto.
Y luego piden un nivel de inglés avanzado a los candidatos…
Gracias por leer este artículo.
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