El Día de la Madre (del cordero)

Niña, madre y abuela salen de casa.

Mientras sus progenitoras hacen la compra, la pequeña podrá “disfrutar” de su hora de libertad.

La abuela lleva una mascarilla más o menos “normal” (parecida a una quirúrgica, vaya).

La cara de la niña, en cambio, está oprimida, hasta algo desfigurada, por un antifaz de factura claramente casera que recuerda mucho al de Hannibal Lecter en El silencio de los corderos.

Curiosamente, la madre no lleva protección alguna: ni en la cara, ni en las manos.

La chiquilla está inquieta.
A pesar de que no llega a quejarse verbalmente —debe de ser porque le cuesta incluso respirar—, sus intentos continuos de ajustarse esa careta tan peculiar hablan por sí solos: es más que evidente que esa medida de protección chapucera es muy incómoda.

—Es que se ahoga —reconoce la madre dirigiéndose a la abuela—, pero es lo que hay…

Después de trece años viviendo en este país, sigo sin entender algunas de las idiosincrasias de la cultura española.

Tengo la impresión de que debe de haber una relación bastante estricta entre la complaciente resignación que llevan implícita las frases acabadas en “es lo que hay” y la falta de efectividad, si no la absoluta incapacidad, a la hora de solucionar problemas.

Pero lo que más me preocupa ahora mismo es que se pueda llegar a utilizar esa tendencia natural al conformismo para justificar algo que, hasta hace poco, habría sido clasificado claramente como maltrato.

En fin, por lo visto, son muchos los que creen que, dadas las circunstancias actuales, hay que llevar mascarilla como sea.
Si por el camino se nos ahoga algún niño, bueno, es lo que hay…

"Hannibal Lecter Bite Mask" by David Wigforss
“Hannibal Lecter Bite Mask” by David Wigforss is licensed under CC BY-NC 4.0

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